Monday, November 02, 2009

Así se coge en Juchitán


Entrevista inédita con el narrador, poeta, periodista, erotómano y traductor zapoteco Macario Matus. Originario de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, nació el 2 de enero de 1943. Es autor de los poemarios Los zapotecas y Laja del tiempo, entre muchos otros. Redactada en primera persona, la entrevista fue realizada hace un año. En ella Matus da testimonio de la singular vida sexual de los zapotecos del istmo. El escritor falleció el seis de agosto pasado. El domingo 1 de noviembre de 2009 se inauguró en Tlatelolco el Centro Cultural Yo'o Za'a, que lleva su nombre.


Yo tenía como siete años cuando por primera vez vi coger a mi mamá. La vi sin la intención de ver. Es que toda mi familia dormía en un mismo cuarto. Un día me despierto y veo a mi mamá montada en mi papá. ¡Ay, cabrón! En eso se levanta mi padre y me de cintarazos. No es que fuera malo verlos si no que se creía que una impresión fuerte saca a otra. Allá en Juchitán existe la idea de que los niños que ven un acto sexual se enferman y mueren si no lo cuentan. A mí me borraron la impresión a cintarazos y no me enfermé. Un hermano mío estuvo al borde de la muerte porque también vio una vez. Entonces le dijeron que tenía que contarlo en público, montado en un burro, por todo el pueblo y por la orilla del río. Y los niños y los jóvenes le iban preguntando: ¿y cómo era? ¿cómo entraba? ¿cómo salía? ¿a qué sonaba? Lo contó y se curó. Yo creo que es una costumbre que viene de los antepasados zapotecos.
Otra costumbre es que para desvirgar a una mujer, los hombres usan el dedo medio, no el miembro viril. El dedo es más sensible para abrir a una virgen, porque el que está entre las piernas es un pendejo que no siente tanto la apertura y lo pueden engañar. En cambio al dedo no. En la noche de boda el hombre lleva un pañuelo blanco, mete el dedo y, claro, sangra la mujer. Y en la noche invita a sus amigos y a los amigos de ella para mostrarles el pañuelo con la sangre. Y dicen: “¡Salió virgen, cabrón, salió virgen!” Se hace una fiesta enorme, se bebe vino rojo y la mujer se acuesta rodeada de tulipanes y rosas rojas. Eso se hace sobre todo en los alrededores de Juchitán, en los pueblos, ya no tanto en la ciudad. Si no hay sangre no hay boda. Todavía en Juchitán es muy importante la virginidad de las mujeres. Los que nos venimos a la Ciudad de México a estudiar ya estamos aculturizados y se nos olvida eso, pero todavía es muy importante allá.
Algunas mujeres hacen trampa y esa noche la abuela degolla una gallina y ella moja su calzón o su pañuelo con la sangre de la gallina.
Yo pienso que son costumbres que han sobrevivido. Lo zapotecos del Itsmo nos fuimos del valle de Oaxaca cien años antes de la llegada de los españoles y llegamos a Tehuantepec y a Juchitán. De modo que ya no nos alcanzaron y nos llevamos las costumbres. La iglesia tampoco nos alcanzó. Y cuando llegaron ya no les hicimos caso. Históricamente Juchitán ha estado en lucha, los zapotecos del istmo nunca fuimos vencidos, nunca fuimos enjaulados como bestias.
Cuando llegaron los españoles destruyeron todas las representaciones eróticas paganas. Pero quedamos nosotros, no pudieron destruir el ser vivo. Por eso por lo menos en lo sexual no tuvimos freno. Ahora tampoco. La sexualidad no está prohibida y, por ejemplo, un viejo puede enamorar a una jovencita siempre y cuando le responda casándose con ella y apoyándola económicamente. Desde muy jóvenes están ávidas, será por el trópico, por el sol. Hace tanto calor que todo mundo se adelanta. Desde temprana edad ya están listas. No se toma a mal, es natural. Son muy sexuales. La moral judeocristiana es la que impone que no se haga. Pero cuando ya están formadas la edad no importa. Aunque también saben que si a una mujer la seducen o la penetran, ya no va a casarse. La sociedad la va a deturpar porque ofendió a la familia. Pero también hay jovencitas que son desvirgadas y viven bien y se casan después, pero ya ejercieron su gusto. Y si ya están casadas y alguien les cae bien o les gusta, basta un guiño y dicen órale.
El problema no es coger. La cosa es que tocar a una mujer es tocar su alma y tienes un gran compromiso con ella. Y si coges y sale embarazada pues te tienes que casar. Por eso muchos hombres de mi generación fuimos desvirgados por homosexuales, ahí te desahogabas y ellos felices. Nada más estaban esperando. Yo tenía una novia homosexual que nada más andaba viendo quien tenía la verga parada.
En Juchitán, sabido es, hay muchos homosexuales y lesbianas. Las lesbianas están ocultas, pero los homosexuales desde que yo era niño me acuerdo que los veía. Muxes, les dicen. Caminaban como mujeres, vestían como mujeres, bailaban con sus machos y vivían con sus novios y no había ningún problema. Las lesbianas igual. Una libertad absoluta. Cuando nace un niño en Juchitán y se le ven rasgos femeninos, la mamá se alegra porque ese niño nunca se va a ir, no se va a casar, se quedará a ayudar a mamá y a papá. Los va a cuidar en su vejez. Va a trabajar como hombre hasta morir, pero tiene la sensibilidad de una mujer. Es un gusto tener un hijo homosexual.
Así se coge en Juchitán.

3 comments:

Unknown said...

Balsero, que texto tan divertido. Felicidades y gracias por rescatarlo de sus haberes.

Herza Du Valca said...

Excelente texto del buen amigo Macario Matus, poeta incansable, promotor cultural apasionado y sobre todo un hombre franco y buen hermano, en paz descanses Macario, gracias Arturo por compartirnos este hermoso texto, saludos del Beto Almanza, espero igual todavía me ubiques, ya soy seguidor de tu blog, jejeje.

Unknown said...

Mira vos, que interesante lugar.
Yo vivo en Salta, al Norte de Argentina, en una sociedad muy puritana.
Y elsi es por el sexo, me canse de ver ami padre haciendolo.
El hombre tenia una fortaleza sexual impresionante, y aun a sus 50 años le daba duro al amanecer, anochecer y en cualquier ocasion.
Y yo no me mori, ja ja.
Hermoso realto.