Friday, June 05, 2009

Toni Morrison y "La canción de Salomón": elogio de una obra maestra




Hace un par de meses encontré --en una pila de libros viejos puestos a la venta sobre el piso, junto a una entrada del Metro Pantitlán-- una novela de la escritora estadunidense Toni Morrison (Ohio, 1931): La canción de Salomón. Me costó 15 pesos. No la compré por su bajo precio sino por lo mucho que me había gustado otra novela de la autora, Paraíso (según supe después, ésta no le agradó tanto a la crítica especializada). Empecé a leer La canción de Salomón la semana pasada y ayer terminé sus más de 400 páginas. Estoy impactado, conmovido, agradecido. Pocas veces he obtenido tanto por tan poco dinero. Mis opiniones son las de un lector, no las de un crítico literario. Que conste.
Como toda gran obra, La canción de Salomón ofrece varios planos de lectura:
--la historia cuenta la saga de tres generaciones de una familia negra dividida por las posturas divergentes de sus miembros ante el problema del racismo y la opresión.
--la magistral configuración sicológica de los personajes: complejos, contradictorios, entrañables, misteriosos, siempre verosímiles. La historia descansa sobre Lechero, cuyo verdadero nombre es Macon Muerto, el mismo que lleva su padre y el mismo que llevaba su abuelo. Tiene una tía, hermana de su padre, que se llama Pilatos, enigmática mujer cuya principal característica es carecer de ombligo. Lechero debe su sobrenombre al hecho de que a los 12 años de edad su madre todavía lo amamantaba. No porque el quisiera o lo necesitara, sino porque era de los pocos placeres que ella se podía procurar.
--La novela también muestra una panorámica de lo que podríamos llamar el Estados Unidos profundo (valga la falta de concordancia entre el sustantivo en plural y el calificativo en singular), desde la perspectiva de los negros, pero sin maniqueísmos. Impera una verdad literaria y vital que no se somete a criterios políticamente correctos ni hace concesiones sentimentaloides.
--Otro punto destacable es cómo concilia la parte realista del relato con los mitos y leyendas que permean el imaginario colectivo de la sociedad retratada en la historia. Es inevitable pensar en García Márquez, pero aclaro que no se trata de una imitación. Bastante talento, imaginación y y oficio tiene la Morrison como para descender al nivel de mera imitadora.
--En su dimensión metafórica, la novela puede ser leída como una exploración del peso –cultural, físico, afectivo-- que, consciente o inconscientemente, la genealogía tiene en la vida de las personas, por identificación o por rechazo.
Toni Morrison ganó con todos los merecimientos el Premio Nobel de Literatura en 1993. La distinción hizo voltear los ojos del mundo hacia una obra sólida, trascendente, intensamente humana. Hoy ya no está “de moda”, pero a juzgar por lo que he leído de ella, sus libros resultan absolutamente vigentes, intemporales.
Amo a esta escritora por escribir lo que ha escrito, por apelar a la inteligencia y a las emociones, sin descuidar el aspecto estético de la literatura. Por eso la amo y por todo lo que me ha producido al leerla.